miércoles, 29 de octubre de 2008

Las 48 leyes del poder, de Robert Greene.

Este libro ha llegado a mi vida por vías distintas e inconexas. Recuerdo que un profesor de filosofía lo colocó como ejemplo de la amoralidad absoluta y la deshumanización, lo que me hizo recordar el nombre como posible lectura interesante en el futuro. Después se ha ido metiendo en mi vida como referencia en algunos artículos, siempre poniéndolo negativamente, en comentarios de un amigo del que nunca pensé que pudiese leer algo con más de cinco páginas, siempre colocándolo como una guía de vida, y finalmente una amiga me comentó la semana pasada que estaba enfrascada en su lectura. (Sólo comentar el placer absoluto que siento al poder hablar de literatura con alguien en persona). El caso es que el libro se ha intentado meter en mi vida de un modo u otro y al final lo ha conseguido.

Me lo he comprado.

Después de leer la presentación y echar una ojeada superficial a las leyes, la primera impresión es negativa: Parece un manual del tiburón capitalista. Pero tampoco quiero leerlo así. Me apetece degustarlo un poco desde mi propia visión del mundo, que en este momento es demasiado cínica y cruel, no puedo negarlo. Intentaré comentar cada ley a mi modo. Veremos cómo me queda, o tal vez me canse al quinto capítulo, ¿quién sabe?

Por ahora he leído el Prefacio, en el que el autor nos comenta el por qué del libro, por qué debemos seguir sus leyes y que es necesario deshumanizarnos y apartar nuestros sentimientos más influyentes -amor, ira...) para buscar un triunfo absoluto.

(Iré actualizando esta entrada con enlaces a cada capítulo del que hable)

1-No eclipsar a nuestros superiores: Hay que hacer que los que están por encima de uno se sientan lo suficientemente superiores. Aunque uno tenga deseos de complacerles o impresionarles, no hay que pasarse al demostrar las habilidades propias porque provocan el efecto contrario - inspirar miedo e inseguridad-. Si conseguimos que nuestros jefes parezcan más brillantes de lo que son, llegaremos a las cimas del poder.

2-No confiar demasiado en los amigos y saber utilizar a lus enemigos: No hay que fiarse nunca de los amigos - le traicionan a uno con mayor rapidez, porque sienten envidia con facilidad-. También se convierten en unos mimados tiránicos. Pero si se contrata a un antiguo enemigo será más leal que un amigo, porque tiene más que demostrar. De hecho, hay mucho más que temer de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos.

3-Ocultar las intenciones: No debemos revelar nunca el objetivo detrás de nuestras acciones para mantener a la gente desconcertada y desinformada. Si no tienen ni idea de cuáles son nuestras intenciones, no pueden preparar una defensa. Hay que llevarles lo bastante lejos por el camino equivocado, envolverlos en humo, y para cuando se den cuenta de lo que nos proponemos será demasiado tarde.

4-Decir menos de lo necesario: Si se intenta impresionar a la gente con palabras, cuanto más se dice más ordinario se parece y menos se controla la situación. Incluso si se está diciendo algo banal, parecera original si se expresa de forma vaga, abierta y con aspecto de esfinge. La gente poderosa impresiona e intimida diciendo poco. Cuanto más se dice, más posibilidades hay de decir una tontería

5-Defender la reputación con la vida (muchas cosas dependen de ella): La reputación es la piedra angular del poder. Sólo a través de una reputación se puede intimidar y ganar; una vez que se pierde, sin embargo, uno se vuelve vulnerable y blanco de ataques por todos los lados. La reputación debe ser algo inexpugnable. Siempre hay que estar alerta ante la posibilidad de un ataque, para defenderse antes de que ocurra. Mientras, hay que saber destruir al enemigo minando su propia reputación. Luego hay que tomar distancia y dejar que la opinión pública les lleve a la horca.

6-Llamar la atención a toda costa: Todo se juega por la apariencia; lo que no se ve no tiene valor. Por lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre ni quedar en el olvido. Hay que destacar. Llamar la atención a toda costa. Hay que convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande, más colorido, más misterioso que las masas tímidas y blandas.

7-Conseguir que otros hagan el trabajo y llevarse el merito: Hay que utilizar la sabiduría, el conocimiento y el trabajo de los demás en beneficio propio. Este apoyo no sólo ahorra tiempo y energía, sino que produce un aura divina de eficacia y rapidez. Al final los ayudantes quedarán en el olvido y nosotros seremos recordados. Nunca debemos hacer nada que puedan hacer los demás por nosotros.

8-Hacer que los demás vengan a uno (poniendo un cebo si es necesario): Si obligamos a los demás a actuar, se tiene el control. Siempre es mejor hacer que nuestro oponente venga hacia nosotros y que abandone sus propios planes en el camino. Hay que atraerle con ricas ganancias y luego atacar. Nosotros tenemos las cartas.

9-Ganar a través de la acción, nunca de la discusión: Cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que una victoria pírrica: el resentimiento y la animadversión que se crean son más fuertes y duraderas que cualquier cambio momentáneo de parecer. Tiene mucho más poder hacer que los demás cambien de opinión a través de las acciones, sin decir una palabra. Hay que demostrar, no explicar.

10-Contagio: Evitar a los infelices y desafortunados: Se puede morir por la miseria de otro -los estados emocionales son tan contagiosos como las enfermedades-. Puede parecer que se está ayudando al hombre que se está ahogando, pero sólo se está precipitando el propio desastre. Los desafortunados a veces traen la mala suerte y pensamientos intrusivos a sí mismos; también la traerán hacia los demás. Debemos asociarnos con felices y afortunados.

11-Aprender a hacer que los demás dependan de nosotros: Para mantener la independencia hay que lograr que los demás nos necesiten y nos quieran. Cuanto más se cuente con nosotros, más libertad tendremos. Si la gente depende de nosotros para su felicidad y prosperidad no habrá nada que temer. No debemos enseñarles lo suficiente para que puedan valerse sin nosotros.

12-Utilizar la honestidad y la generosidad de manera selectiva para desarmar a nuestras víctimas: Una acción sincera y honesta tapará otras muchas deshonestas. Los gestos realizados con el corazón en la mano y la generosidad bajarán la guardia de las personas más suspicaces. Una vez que la honestidad selectiva logra atravesar su armadura, se les puede engañar y manipular a voluntad. Un regalo en el momento oportuno -un caballo de Troya- puede lograr el mismo objetivo.

13-Al pedir ayuda, hay que apelar al interés personal de los demás, no a su misericordia ni agradecimiento: Si hace falta acudiar a un aliado en busca de ayuda, no hay que molestarse en recordarle los favores del pasado y las buenas acciones. Encontrará la manera de ignorarlo. En lugar de eso, hay que descubrir algo en la petición o en alianza con él que le pueda beneficiar y exagerarlo desmedidamente. Entonces responderá con entusiasmo al ver que puede sacar provecho para sí mismo.

14-Actuar como un amigo, trabajar como un espia: Es fundamental conocer a nuestro rival. Debemos utilizar espías para obtener información valiosa e ir siempre un paso por delante. Mejor aún: hacemos el papel de espía para nosotros mismos. En encuentros sociales distinguido, hay que saber sonsacar información. Tenemos que hacer preguntas directar para que la gente revele sus debilidades y sus intenciones. No hay ocasión que no sea apropiada para hacer una buena labor de espía.

15-Aplastar totalmente al enemigo: Todos los grandes líderes desde Moisés sabían que los enemigos temibles debían ser aplastados por completo. (Algunas veces han aprendido por las malas.) Si se deja un ascua encendida, no importa lo apagada que esté, al final estallará el fuego. Se pierde más deteniéndose a medio camino que con la aniquilación total: el enemigo se recuperará y querrá venganza. Hay que aplastarle con contundencia, física y espiritualmente.

16-Utilizar la ausencia para aumentar el respeto y el honor: Mucha presencia en el mercado hace que bajen los precios: cuanto más se vea a una persona, más corriente parece. Si tenemos una posición en un grupo, una retirada temporal del mismo hará que hable más de nosotros y se nos tenga más admiración. Debemos saber cuándo marcharnos. Hay que crear valor por medio de la escasez.

17-Mantener a los demás en un estado de terror y suspense: alimenar la imagen de impredecible: Los humanos son animales de costumbres con una necesidad insaciable de reconocer algo en las acciones de los demás. Si somos predecibles, damos a los demás una sensación de control. Demos la vuelta a la situación: hay que ser deliberadamente impredecible. Un comportamiento que parece no tener consistencia ni objetivo mantendrá a la gente desconcertada y se agotará intentando entender cada movimiento. Llevada al extremo, esta estrategia puede intimidar y aterrorizar.

18-No construir fuertes para protegerse. Aislarse es peligroso: El mundo es peligroso y hay enemigos por todas partes - todos tenemos que protegernos-. Un fuerte parece lo más seguro. Pero el aislamiento nos expone al peligro más que nos protege de él; cortamos nuestro acceso a información importante, llamamos la atención y terminamos por ser un blanco perfecto. Es mejor estar en circulación, encontrar aliados, mezclarse con la gente. La muchedumbre sirve de protección contra los enemigos.

19-Saber con quién se está tratando: no ofender a la persona equivocada: Hay muchas clases de personas en el mundo y no se puede dar por hecho que todo el mundo reaccionará ante una estrategia de la misma manera. Si se engaña o se manipula a determinadas personas, pasarán el resto de su vida buscando venganza. Son lobos vestidos con piel de oveja. Por lo tanto, es necesario elegir bien las víctimas y los oponentes: nunca se debe ofender o engañar a la persona equivocada.

20-No comprometerse con nadie: Es idiota el que se apresura a tomar partido. No se debe estar a favor de otra causa que no sea la propia. Si se mantiene la independencia, se llegará a mandar sobre los demás -poniendo a unos en contra de los otros, haciéndoles ir tras ese poder.

21-Hacerse el ingenuo para coger a un ingenuo, parecer más tonto que la víctima: A nadie le gusta sentirse más tonto que el de al lado. El truco, por lo tanto, es hacer que las víctimas se sientan inteligentes -y no sólo eso, sino más inteligentes que nosotros-. Una vez que estén convencidas de esto, no sospecharán que tenemos motivos ocultos.

22-Utilizar la táctica de la rendición: convertir la debilidad en poder: Cuando se está en la posición más débil, nunca se debe luchar por el honor; hay que capitular. La rendición da tiempo para recuperarse, tiempo para atormentar e irritar al vencedor, tiempo para esperar a que su poder decaiga. No hay que darle la satisfacción de luchar y vencer: es mejor rendirse primero. Ofrecer la mejilla enfuerece y desesetabiliza al enemigo. Hay que convertir la rendición en un instrumento de poder.

4 comentarios:

Stratego dijo...
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Anónimo dijo...
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Eliseo dijo...

A mí me pareció interesante el tema, aunque la verdad es que me cansé tras la mitad del libro. Muy repetitivo. Estaba tratando de lograr mayor confianza y hablé con un psicologo de moyua que me recomendó otras estrategias más válidas. Gracias por haber escrito todo esto.

Zero dijo...

Otros autores mejores q green q aborden este tipo de temas?? Alguien con una buena recomendación??