Cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que una victoria pírrica: el resentimiento y la animadversión que se crean son más fuertes y duraderas que cualquier cambio momentáneo de parecer. Tiene mucho más poder hacer que los demás cambien de opinión a través de las acciones, sin decir una palabra. Hay que demostrar, no explicar.
Hablar y hablar no lleva a ningún lado, nadie puede convencer a otra persona para que cambie en algo importante de su vida, y es raro que nos crea ante cualquier tontería por muchos argumentos que le demos. Si estás sentado con tus conocidos o tus jefes, no les discutas nunca. Da un sólo argumento y escucha todo lo que tienen que decir, si tú tienes razón, las acciones futuras lo demostrarán. ¿Para qué vas a perder el tiempo?
Ah, y no discutas nunca de política, jamás.
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