Una película de 1979 llamada Phantasma y cuyo 90% de la narración sucede en un cementerio no nos puede sorprender. El inefable Don Coscarelli, director de la saga Phantasma y Beastmaster, creó hace ya veintiocho años una película de presupuesto bajísimo que por alguna razón hoy sigue sonando entre los aficionados al cine fantástico. Porque la película resulta tan limitada en su guión, Fx y actores que parece mentira que consiga crearnos cierta inquietud al verla. No da miedo, para nada, pero si nos hace sentir incómodos desde los primeros minutos. Durante los 88 minutos que dura el filme no nos deja un momento de descanso, tenemos hasta susto final, como en toda película de terror de aquellos años.
La historia es algo absurda. En un pequeño pueblo estadounidense, el (inmortal) dueño del cementerio se dedica a robar los cadáveres para convertirlos en enanos encapuchados, muy parecidos a los moradores del desiertos de Star Wars, que luego envía a otra dimensión como esclavos. ¡Menuda tela!
Las incoherencias se mezclan con los sustos, se ven algunos pechos y el niño protagonista es perseguido por el dueño del cementerio (al que, por lo que crei entender, le gusta travestirse) en unas luminosas galerías y unos diálogos escacharrantes terminan por hacer que le cojamos cierto cariño a la historia.
sábado, 22 de septiembre de 2007
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