Como todo lector de este blog se habrá imaginado, estoy bastante enganchado a la droga del baloncesto. Juego desde los trece años, y aunque no soy demasiado bueno, me encanta practicarlo y verlo. Empecé a ver esta serie porque trataba de jóvenes jugadores al baloncesto, parecía O.C. (que deploro) más baloncesto.
Durante la primera temporada jugaron con la mezcla deporte/conflictos juveniles bastante bien, con unos personajes que crecían y bastantes giros argumentales. La segunda temporada partió del crepuscular final de la primera, con Dan Scott sufriendo un ataque al corazón, Lucas marchándose con su tío, Natham casado... He de reconocer que tenía ganas de verla, pero en los 23 capítulos no hay nada de baloncesto, es el motivo que hace moverse a algunos personajes pero no acaba de aparecer, pero no se le echa demasiado de menos. La serie se convierte en una telenovela pura y dura, amantes que vuelven, custodia de hijos, manipulaciones, amigos que quieren ser amores, amores que quieren ser amigos, todos esos temas tan manidos. Una telenovela que engancha muchísimo.
¿Por qué engancha esta serie/telenovela? El principal motivo son los guiones. Los diálogos están muy trabajados y los giros argumentales, aunque previsibles en ocasiones, resultan interesantes en su mayoría. Aparte, hay un sutil humor en cada escena que nos hace tener sonrisa de bobos mientras la vemos.
Los personajes son los de siempre, ninguno cambia demasiado aunque si podemos comprobar, en Brooke Davis, p.j, que si avanzan cuando no les queda más remedio que hacerlo.
Lo único que sí me ha mosqueado de esta temporada es el final, muy similar al de la temporada anterior en muchos puntos y sin apenas haber solucionado los nudos argumentales.
Lo dicho, una serie que sirve para pasar un buen rato.
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