La película trata de un espía que es despedido y decide escribir sus memorias, su mujer copia las memorias sin querer al querer hacerse con información para pedir el divorcio, la secretaria de su abogado lo pierde en el gimnasio, una trabajadora del gimnasio las encuentra y decide chantajear al espia, junto con otro monitor cuya edad mental e inocencia es la de un adolescente, para pagarse unas operaciones de cirujía estética, esta monitora suele quedar con hombres que conoce en internet, entre ellos un guapo muy promiscuo que... y aparecen los rusos, y hay disparos, y... Es una locura de película.
No tiene historia troncal, sólo es un divertimento, pero está contado de maravilla. Quemar después de leer es otra muestra de que los hermanos Coen son de lo mejorcito que hay hoy día en el cine norteamericano, y que hacen lo que les sale de los huevos. Encima, la película está repleta de estrellas que encima parecen pasarselo bien con personajes ridículos, en especial Brad Pitt.
No hay un comienzo claro ni un final, siquiera hay moraleja -lo comenta un personaje secundario que está al tanto de todas las historias que se cruzan-, pero así es el cine en ocasiones: un divertimento. En este caso, un brillante divertimento.
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