El
deporte en ayunas puede ser beneficioso si se realiza en un modo controlado,
pero también muy perjudicial si se lleva al límite o se descuida. Las
discusiones sobre esta práctica se posicionan en todos los extremos, desde los
que se oponen frontalmente a su práctica hasta los que apoyan la paleodieta y
el no comer hasta que se ha practicado todo el ejercicio.
A
primera hora de la mañana
La
mejor forma de practicar el deporte en ayunas es a primera hora de la mañana
tras haber tomado alguna infusión o agua para engañar al estómago y rehidratar
tras la noche. Es importante que se dilate el tiempo para estirar y despertar
bien los músculos y empezar con suavidad, sin que resulte demasiado traumático
para los músculos.
Lo
mejor es que el tiempo de ejercicio cardiovascular no supere la media hora en
un principio, sobre todo si no estamos acostumbrados a realizarlo. Y cuando lo
estemos, tampoco es bueno llevar el cuerpo al límite si no queremos que los
músculos sufran o perder masa muscular.
Sano en su justa medida
El
entrenamiento en ayunas ayudará a que el cuerpo aprenda a buscar energía cuando
se esté en competición y no encuentre fuentes de energía, lo mismo que nuestro
cerebro aprenderá a sufrir y a coger confianza.
Si
queremos perder peso, esta es la mejor forma de hacerlo, pero siempre con
cuidado de no llevar al extremo las ansias y perder en salud. El deporte se
tiene que llevar de forma controlada cuando se está experimentando con nuevas
técnicas.
Si por
el contrario, deseamos entrenar en ayunas pero no queremos perder peso, lo
mejor es que se ingiera una buena cantidad de hidratos por la noche, que serán
los que el cuerpo robará cuando busque energías.
Como os
hemos comentado, es una buena táctica en algunas situaciones, pero lo mejor es
realizarla con precaución.
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