martes, 8 de julio de 2008

Los borrachos.


"Francine se dio la vuelta hacia él y él la abrazo. Los borrachos de las tres de la madrugada, en todos los Estados Unidos, miraban fijamente las paredes, dándose finalmente por vencidos. No tenías que estar borracho para sentirte destrozado, para que te liquidase una mujer; pero podías sentirte destrozado y convertirte en un borracho. Durante un tiempo, especialmente si eras joven, podías pensar que te acompañaba la suerte; y a veces así era. Toda clase de estadísticas y de leyes entraban en acción para mantenerte en la inopia. Luego, una noche, la calurosa noche de un jueves de verano, tú te convertías en el borracho, tú estabas completamente solo en una habitación de alquiler, una habitación de tres al cuarto; y, por mucha experiencia que hubiese de noches similares, daba lo mismo; o era peor aún. Porque habías llegado a pensar que notendrías que volver a afrontarlos. Lo único que podías hacer era encender otro cigarrillo, servirte otro whisky, mirar las paredes desconchadas a la busca de labios y de ojos. Lo que los hombres y las mujeres se hacían mutuamente era del todo incomprensible.

Toni abrazó a Francine con más fuerza, apretó su cuerpo silenciosamente contra el de ella y escuchó su respiración. Era horrible tener otra vez que tomarse en serio una mierda así.

Los Angeles era una locura. Escuchó. Los pájaros ya estaban en acción, gorjeando, y, sin embargo, era noche cerrada. Pronto la gente inundaría las autopistas. Pronto se oiría su ronroneo incesante, sumado al de los coches que se pondrían en marcha por doquier en las calles. Y, mientras tanto, los borrachos de las tres de la mañana del universo, yacerían en sus lechos intentando conciliar el sueño, que tanto merecían, e intentándolo en vano."

(Música de cañerías, pag.155. Charles Bukowski)

1 comentario:

Unknown dijo...

es increible que describiendo algo tan feom pero real ,lo pueda transformar en algo tan romanticista
grande chinaski,