Compré este libro con mucha curiosidad, no podía dejar pasar un libro recomendado por mis idolatrados Jonathan Franzen y David Foster Wallace. Lo dejé en la estantería de futuras lecturas y con el tiempo me olvidé de el librito. Pero lo reencontré anteayer y me puse con él. Y sin demasiadas ganas, la verdad.
La novela me ha parecido bastante interesante. Es una historia de mínimos: A Sophie le muerde un gato en la mano y mientras duda si ir al hospital o no les (a ella y a Otto, su marido) suceden una serie de desgracias a las que no saben cómo responder. Aunque tampoco son problemas graves, la novela se mueve entre lo anecdótico y lo catastrófico, sentimos ese abismo que está apunto de llegar pero que nunca aparece.
Los diálogos y las descripciones son concisas e incisivas. La autora no pierde el tiempo adornando la historia, sabe qué va a contar y lo hace en unas 150 páginas que se leen bastante rápido pero que resultan muy amargas. La incapacidad de los protagonistas para afrontar los problemas es desesperante y en el final, para mí terrible, nuestro desesperados personajes, ya casi muertos por dentro, parecen descubrir que no hay salida.
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1 comentario:
Obra maestra que ha pasado desapercibida. A la Fox no se le ha hecho justicia.
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