El Ayuntamiento de Bilbao, de la mano de Iñaki Azkuna, lleva unas cuantas legislaturas con la idea de embellecer la ciudad hasta convertirla en un lugar tan bonito como caro: ha traído el conocidísimo Guggenheim, construído puentes, peatonalizado media Gran Vía, anchado miles de esquinas para que no se aparque, eliminado aparcamientos y construídos bajo tierra (vamos, robando espacio para tener que comprarselo después a ellos) y creado cientos de atascos en chapuzas que no acaban de solucionar el problema del tráfico. Eso sí, he de reconocer que si tuviese diez veces más del dinero que tengo y no necesitase el vehículo para trabajar estos contratiempos no me importarían lo más mínimo.
El caso es que necesito llevar el coche para trabajar, es indispensable. Hace tiempo que me acostumbré a pagar ese impuesto inventado por los ayuntamientos llamado OTA (u ORA, en otros lugares), pero lo de Bilbao empieza a ser exagerado, cuando tengo que pasar un buen rato en la oficina, situada en un barrio obrero de Bilbao, me siento absolutamente estafado. ¡Hoy he pagado 2,20 euros por una hora y cuarenta minutos!
Y el problema es que somos tontos, que dejamos que nos pisoteen. Muchísima gente paga el impuesto para aparcar en su barrio y luego tiene que sacar estos carísimos tickets en el trabajo. Damos por hecho estos atropellos. La verdad es que cada vez me siento menos querido por nuestros alcaldes, sean del partido que sean, y lo peor es que no veo ninguna solución posible.
martes, 2 de octubre de 2007
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