El peor capítulo de los once que he podido disfrutar hasta ahora. Casi sin gracia en los chistes y con un argumento algo típico para lo novedosa que suele resultar la serie, apenas dos carcajadas. Roy llega con los lábios pintados a la empresa y Moss inventa un sujetador, el que está llamado a convertirse en el sujetador definitivo, lástima que se caliente tanto.
En fin, siempre tenemos que aguantar pequeñas decepciónes.
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