Desde hace años tenía ganas de leer la conocida trilogía medieval de Ana María Matute. La torre Vigía es la primera parte, luego vendrían Aranmanoth y Olvidado Rey Gudú, y es un brillante ejemplo de por que esta gran mujer es una de las más importantes novelistas de España, sin distinción de sexo.
Con una forma de narrar exquisita nos lleva a una crepuscular Edad Media donde las leyendas y heroicidades ya pasaron y los reyes y señores de la guerra luchan entre ellos de forma casi patética, aferrándose a lo que ya no existe. Mientras, los futuros caballeros, como el protagonista, deben seguir estrictos aprendizajes para poder prosperar y lograr honores.
La historia está narrada desde la omnipresente mirada del protagonista, un niño de pelo canoso embrutecido desde la infancia al que el Baron Mohl toma por un futuro dios. Durante las 250 páginas nos contará sus impresiones sobre el mundo repleto de odio y sensualidad en el que se sumerje.
Esta clase de novela debería ser de lectura obligatoria, tanto en colegios como en mesas redondas de escritores que afirman estar inventando el mundo, cuando una maravillosa persona ya lo hizo hace más de treinta años.
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