martes, 24 de julio de 2007

Tour 2007.

Ayer pensé en escribir una entrada sobre el Tour de este año, comentando lo bien que me lo estoy pasando viéndolo y como estoy disfrutando, tanto como lo hacía en la época pre-Armstrong. Finalmente lo dejé pasar con la intención de hacer un análisis a final de carrera. Pero después de las últimas noticias... a saber cómo acaba esto.

El positivo de Vinokourov en transfusión de sangre se ha cargado la carrera. Estaba siendo un Tour igualado y bastante alejado de polémicas tras unos últimos años más bien convulsos y un 2006 sin decidirse todavía quién es el vencedor. Su equipo, el Astana, se ha retirado del Tour y Vinokourov ya debe estar en su casa, mientras que la organización y aficionados hemos visto como el ganador de dos etapas y uno de los corredores más espectaculares huye de la carrera para dejar el ciclismo, otra vez, cubierto de mierda.

El ciclismo es un deporte de grandes gestas: la garra de Contador estos últimos días, el sufrimiento de Zubeldia, la decepción de Mayo, la explosividad de Valverde, la inimitable carrera y elegancia de Indurain... Es un deporte en el que no hay cartas escondidas, cada uno acaba en el puesto que se merece (y puede), capaz de darnos heroes y villanos por igual. Pero se ha convertido en algo terriblemente triste, el suicido de Pantani, las confesiones de otros ganadores de Tour, la cara oculta de personas admiradas y otras historias están acabando con él. Y los aficionados se están alejando, las audiencias caen y, al final, yo ya dudo si quiero seguir viendo mi segundo deporte favorito.

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